Innovation

Tu cara es tu billetera: La evolución de la biometría como forma de pago

By Alberto Payo, periodista

Woman at table using mobile

Los sistemas biométricos evolucionaron asociados en paralelo al control de accesos y los mecanismos de seguridad y poco a poco fueron introduciéndose también en el mundo de los pagos digitales. El gran culpable de ello ha sido, sin duda, el smartphone.

El primer teléfono que introdujo el lector de huellas dactilares fue el Toshiba G500, en el año 2007, mismo ejercicio que Apple lanzó su primer iPhone al mercado. HTC, Acer, LG o Motorola también hicieron lo propio. Ni los consumidores, ni el mercado estaban preparados aún para aprovechar esta utilidad.

Todavía pasarían unos cuantos años hasta que esta característica empezara a dejar de ser rara avis y se popularizara en el segmento de los smartphones. Como suele ocurrir, primero se convirtió en una especificación propia de los modelos de gama alta.

A finales de 2013 Apple se la jugaba con el Touch ID, un botón y lector de huellas en uno, incluido por primera vez en el iPhone 5S y que sería un estándar en numerosos teléfonos y tablets de la manzana hasta nuestros días. Muchas siguieron a la empresa de Cupertino.

En un par de años esta prestación se democratizó y empezó a estar presente en terminales de gama media y baja. Pasaron a ser un estándar. Se había normalizado que era una manera rápida de desbloquear el teléfono los cientos de veces que lo cogíamos al día, pero también empezó a naturalizarse que podía servir para hacer pagos. Su precisión fue mejorando y su posición cambió a la parte trasera, a un lateral, etc.

 

Man taking selfie

 

 

2015 fue el año donde los pagos móviles empezaron a despuntar y tener un mecanismo para garantizar que solo se podían hacer con nuestra huella dactilar. Ello dio mucha confianza a los usuarios. No obstante, la penetración aún era muy baja.

El siguiente escalafón en los sistemas biométricos para pagar con el móvil no tardó mucho en llegar. Una vez más, Apple volvió a tirarse a la piscina y a presentar una innovación que imitarían otros fabricantes. En septiembre de 2017, la empresa de la manzana mordida lanzó el iPhone X, su primer smartphone con Face ID, presentado como el sustituto natural del Touch ID. La tecnología apostaba por el reconocimiento facial como bandera.

El sensor de Face ID, heredado de la adquisición de la tecnología de PrimeSense (creador de Kinect), se apoya en dos partes: un módulo de proyección de puntos que proyecta más de 30.000 puntos infrarrojos en la cara del usuario y otro módulo con una cámara infrarroja que lee el patrón. Su profundidad permite reconocer a la persona, aunque lleve maquillaje, gafas de sol, un sombrero, etc. Pese a que tras su introducción se le hicieron todo tipo de pruebas con fotos, gemelos, etc, su efectividad quedaba bastante patente. Apple aseguraba que la probabilidad de engañarlo era de 1 frente a 1 millón, mientras la de Touch ID era de 1 frente a 50.0001.

 

Woman checking in at airport

 

 

Los sistemas biométricos de pago más populares

Pese a las innovaciones, el pago mediante huellas dactilares es el que mayor acogida tiene entre los consumidores europeos. La firma de análisis Statista -quien cifra el mercado de las tecnologías biométricas este año en 19.000 millones de dólares- calcula que es la tecnología de autenticación biométrica más popular entre los usuarios del Viejo Continente, con una adopción del 31%2. En segundo y en tercer lugar están el reconocimiento facial (11%) y el escaneo de iris/ojos (10%) y por debajo el reconocimiento de voz (5%) y el reconocimiento de la palma y las venas (4%).

Un estudio realizado por VISA en 2019 entre 1.000 propietarios españoles de tarjetas de crédito3 recoge que el año pasado ya existía un interés generalizado por los pagos biométricos, aunque no muchos usuarios los habían utilizado. Solo 2 de cada 5 habían hecho un pago biométrico en los últimos días antes del citado trabajo. Las causas principales eran que su banco y su dispositivo no contaban con esta posibilidad. La falta de educación (el 30% afirmaban no saber cómo usar biometría) era otro gran inhibidor.

El principal interés se manifestaba en el reconocimiento de huella, con un 92% considerándolo muy seguro. La siguiente tecnología percibida como más segura era el escáner ocular, citada por un 89% de los encuestados. Por detrás están el reconocimiento facial (84%) y el reconocimiento del patrón de venas (79%).

Por otro lado, el pago mediante autenticación dactilar de nuevo sería el más usado, con un 68% indicando que lo había utilizado en alguna ocasión, una penetración todavía muy baja. El reconocimiento facial está bastante por debajo, con solo un 39%.

No obstante, la COVID-19 habría cambiado las cosas significativamente al instalarse y fomentarse los sistemas contactless para evitar el contacto. Muchos usuarios, ajenos a estos métodos de pago, se han empezado a familiarizar con ellos y sus ventajas desde el pasado mes de marzo.

* Este artículo ha sido escrito por un periodista invitado. Los puntos de vista y opiniones expresados en el artículo son los del autor y no reflejan necesariamente la posición oficial de Visa. El autor de este artículo es responsable de toda la información y opiniones expresadas.

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1 Apple. Keynote de presentación del iPhone X. 2017.
2 Statista. Tecnología de autenticación biométrica con mayor potencial de aceptación entre los usuarios de pagos digitales en Europa entre 2018 y 2022
3 Estudio de pagos biométricos. Visa. 2019

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